lunes, 6 de abril de 2015

Quise salir a caminar

Quise salir a caminar. La noche estrellada me invitó a hacerlo, ese manto negro y húmedo cubriendo el cielo me llamaba dirigiendo mis pasos a ninguna parte.

Sentí el viento golpear en mi rostro sin clemencia y fue excitante imaginarlo recorriendo mi cuerpo, acariciando mis brazos, jugueteando en mi pelo, relamiendo juguetón mis muslos al colarse por debajo de mi falda… ¡extrañaba tanto sentir al viento nocturno surcar mi cuerpo!

Bebí sedienta todo aquello que a mis ojos se enfrentara… parejas disfrutando de un lugar oscuro, regalándose caricias clandestinas en esquinas olvidadas… músicos cargando a sus espaldas el orgullo de su profesión melódica y esas chicas contoneando carnes para llevar a cabo el ancestral comercio de la piel.   

Tanta historia viva reservada a la vista de las otras… pero ahora estaba allí, afuera, disfrutando de la noche, mi fiel y amante compañera.

Entré mas por inercia que por gusto, no estaba en mi interés pasar horas enteras a merced de aquellos ojos de inquisitiva lascivia devorándome entera  mientras practicaba unos tiros.

Me senté en la barra y esperé, no porque tuviera un qué esperar o un a quién, pero me apetecía tanto ese dulce sabor de la espera, ese saber que la presa, sintiéndose cazador llegaría a sentarse por si solo a mi diestra.

Whisky soda y un toque de boost, la mezcla perfecta llegó a mis manos sin siquiera pedirla y así sumergida en el placer infinito de ser quien era, permanecí unos instantes antes de conocer mi cita.

Tomó asiento y sin ningún talento, hizo uso de aquellas huecas, vanas e insulsas tácticas de conquista masculina. Fingí atenderlo, pero he de confesarlo, me provocó tanta pereza. A punto estuvo de arruinar mi noche de no haber sido por una frase, una frase boba, sin chiste ni gracia, absurda por completo que sin embargo provocó en mis adentros el deseo. ¡Pero que puedo decir si así es como funciona! ¡No siempre tiene que ser interesante aquello que me detona!

Permanecí a su lado y reí divertida, mi atención ahora si estaba dirigida.

Decidió, después de un rato,  que había llegado la hora de la partida, y jugando a la inocencia me dejé llevar incautamente a su guarida.

Como todo un caballero abrió la puerta, cerrándola tras de mí por última vez. Y así, refugiada en la intimidad de una pieza ajena, le di rienda suelta a la locura. Magníficos grabados de un artista de la piel, cortes perfectos abriendo bocas por cuerpo, bocas susurrantes reglándome esos cantos guturales y profundos que traviesos recorrían las profundidades cavernosas de mi mente y de mi ser. Concierto de ruidos, y gritos y silencio, ojos vacios y cuerpos fríos y perdida totalmente en la cadencia artística de esas notas, me sentí desfallecida y colmada de placer.

Llegué a casa casi al alba, sonriendo complacida. La luna, fiel testigo de mis actos me observaba silenciosa mientras lavaba de mi cuerpo con sumo cuidado, los restos escarlatas de mi oscuro proceder. Y relajada y tranquila, recostada en mi cama, derramé sentidas lágrimas por aquél vulgar muchacho a quién jamás nadie volvería a ver

Cancún, Q. Roo
Octubre 8. 2012

4 comentarios: